Mi testamento vital
Mi infancia y mis recuerdos son de la calle Sevilla
a donde, aunque quisiera, no puedo regresar,
no ven del mismo modo los ojos de una niña
y de mis recuerdos infantiles muy pocos quedan ya.
De aquella juventud recuerdo los veranos
vividos en el campo a la luz de un farol
y por más que hoy la vida, a ratos me sonría
sé bien que: “Cualquier tiempo pasado fue mejor”
Mi vida ha sido pública, siempre en el buen sentido,
trabajo cada día para ganarme el pan,
más si tengo que elegir momentos ya vividos
me quedo con aquellos felices de verdad.
Mi verso y mi trabajo han ido de la mano
los dos me dan la vida y me han de alimentar,
escribo lo que pienso sin intención alguna,
y solamente aspiro a vivir y nada más.
Admiro sobre todo la creación divina
el sol, el rio, el aire, la inmensidad del mar,
la luna y las estrellas, las flores y la brisa
todas las cosas bellas que pueda yo cantar.
Un día firmó Cervantes un libro de aventuras
y allí quedó el Quijote para la eternidad,
toda la vida fue feliz en su locura
y el día de su muerte volvió a la realidad.
¿Y yo, qué soy? Un loco más que en esta triste vida
dejar quisiera escrito mi forma de pensar.
Dios quiso que volara con una sola pluma.
Las lenguas mienten mucho, el corazón jamás.
Todos mis sentimientos están en mis poemas
solo necesito un lápiz para echarlos a volar
y el día que me vaya, serán como las piedras,
mi vida ira conmigo, mis obras quedarán.
Quiero que mi recuerdo sea un verso bien escrito
con su métrica y su rima, su principio y su final
solo las buenas obras nos marcan el camino
yo, andar anduve poco, he escrito mucho más.