Sin una queja en sus labios
Ya está Jesús otra vez
solo, preso y maniatado,
vendido por un amigo,
por su gente condenado
a cumplir lo que está escrito
sin una queja en sus labios.
Y llega la primavera
y florecen los naranjos,
y olvidado por los suyos
con su madre siempre al lado,
vuelve a vivir la Pasión
sin una queja en sus labios.
Y otra vez somos testigos
de injurias y malos tratos,
otra vez sufrimos juntos
ese dolor Soberano.
¡Cómo pudiste, Señor,
sin una queja en tus labios!
Y esas sienes coronadas
con espinas como dardos
y la vida que se escapa
por la herida del costado.
¡Cuánto dolor soportó
sin una queja en sus labios!
Del peso de nuestras cruces
lleva la espalda sangrando
y me horroriza pensar
que yo también le hice daño.
Otro viernes más de luto
sin una queja en sus labios.
Aún hay huellas dela Pasión
en la vida del cristiano.
Todos llevamos la cruz,
cargamos con los pecados,
y siempre queriendo gritar
lo que callaron sus labios.