Las cosas que amé
Hace poco leí un libro donde el protagonista, sabiendo próxima su muerte, se iba desprendiendo poco a poco de las cosas que amaba, especialmente sus libros.
Hace poco leí un libro donde el protagonista, sabiendo próxima su muerte, se iba desprendiendo poco a poco de las cosas que amaba, especialmente sus libros.
A pesar de los muchos defensores que parece tener el mensaje de la locución latina carpe diem, que nos exhorta a aprovechar el presente ante la constancia de la fugacidad del tiempo, muchas personas no aprecian el valor de un momento hasta que se convierte en recuerdo, en memoria de algo vivido que valoramos una vez ha pasado.
Salvador Gutiérrez es, sin duda, uno de los talentos más grandes que tenemos y, como tal, debería ser reconocido en virtud de sus notables apariciones literarias, tanto en prosa como en poesía. Pero esto se parece mucho a la Vetusta de Clarín, y por eso los creadores más libres son también los más ignorados por los poderes del terruño. Ellos sabrán por qué. No obstante -y afortunadamente- le queda la palabra.