viernes, 22 de noviembre de 2024 00:00h.
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Opinión

Mi regalo para 2017


Después de las ‘aventuras’ revolucionaria y contrarrevoloucionarias (Rusia soviética, China de Mao, Corea del Norte o Cuba &  Hitler, Mussolini, Franco o Pinochet), entiendo que la sensatez humana, cogida con alfileres y a duras penas, puede abrirse camino. Que hay que seguir metiendo el hombro en la mejora ‘local & global’, obvio, pero ya sin el irracional resentimiento que nos lleva a considerar caprichosamente que vivimos en el peor de los mundo.
En Mi regalo de Navidad, el filósofo Javier Gomá nos invitaba, en medio de los desastres con las que convivimos, a no dejar de tener en cuenta que el nuestro es “el mejor de los mundos sidos”. 
Por lo que, para este Mi regalo para 2017, he echado mano del periodista y escritor John Carlin, que en su artículo de El País, Siempre mira el lado brillante de la vida (subtitulado: ‘Parece que 2016 nos sepultó con malas noticias pero la realidad es que vivimos el mejor momento de la historia’), nos lo demuestra con datos. Hijo de británico y española, es autor de El factor humano, la biografía del hombre que evitó la guerra civil en Sudáfrica, Nelson Mandela, y que inspiró la película ‘Invictus’.

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Mí no entender

Hace algunos años, una persona -amable y generosamente- me pidió un poema para publicarlo en un libro de segundo de la ESO. Es decir, que unos niños iban a mamar literatura, a adentrarse en el bosque de la poesía, a navegar por el ancho mar de la comprensión lectora con un poema mío: un poema inmaduro, mediocre y mal estructurado. La petición encajaba dentro de una idea global pedagógica que podríamos resumir de la siguiente forma: lo próximo, mejor que lo lejano; lo conocido, mejor que lo desconocido; lo actual, mejor que lo pasado; lo contemporáneo, mejor que lo clásico; lo sencillo, mejor que lo complicado; lo evidente y lo directo, mejor que lo misterioso. Esa idea de pedagogía se sigue manteniendo a día de hoy. Y los resultados son evidentes. A ningún informe PISA hay que acudir para darse cuenta de que ese sistema infantiloide, ese sistema en el que se le da papilla a los jóvenes en vez de comida, ese sistema de sucedáneos alimenticios, ha hecho agua por todos sus boquetes.

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Mi regalo de Navidad

Es costumbre secular y universal el agasajo entre personas, a modo de felicitación en fechas señaladas, como la Navidad en el caso de nuestras culturas de raíz cristiana. Lo que ya no es tan consabido es el tipo de regalo. Dilema que me permite la libertad de elegir el obsequio que me venga en gana, sin por ello transgredir las buenas maneras y las esencias de la tradición en estos menesteres.
     Y es que se me ha ocurrido felicitar la Navidad a los axarqueños con un fragmento del pensamiento (el que quepa en esta página) de Javier Gomá; vertido en el libro Muchas felicidades (Ariel) junto a los de Fernando Savater y Carlos García Gual. Y me gustaría hacerlo desnudo de datos, con el fin de ofrecer un pensamiento en sí, en tanto que fruto de un filosofar, sin por ello tener que sentir la ‘presencia’ del autor. También sin mi opinión, aunque obviamente el texto elegido, entre tantos, lo es porque me ha impactado. Por demás, ahí están Internet y You Tube. 
     Pensador o filósofo, aquí entendido como aquella persona que a través de su vida ha dedicado sus esfuerzos intelectuales, sociales y económicos, e incluso físicos, a desarrollar al máximo su potencial racional. Ejemplaridad de vida cultivada, ésta de Gomá, que a los deficitarios del pensar nos ofrece la oportunidad de ser mejores, pensando más y mejor.  
     Ya sé que, para este caso, la norma sería regalar un libro a cada lector, pero libros ya regalo bastante. Sí, mejor ‘un pensar’, a riesgo de que muchos me acusen de regalar humo…