2021
El 2021 simbolizaba hace doce meses, un cambio en el imaginario popular del desastre económico y social que fue la gestión de la pandemia. Sin embargo, pese a las continuas dosis de vacuna, los fondos europeos y las pertinentes llamadas a la resiliencia, la transición ecológica y todo eso, el caso es que las preocupaciones de los españoles parecen ir por otro lado al de los propagandistas orgánicos.
Con el precio desorbitado de la electricidad, el gas, los carburantes sacudiendo a los hogares, con la continua pérdida de influencia internacional, con el carrusel continuado de leyes y subidas de impuestos, con los ya nada sorprendentes aluviones de inmigrantes ilegales manejados a su antojo por países y organizaciones, entre otros muchos dramas particulares, como el del fallido Ingreso Mínimo Vital del que poco se habla y pocos españoles han conseguido por la dificultades burocráticas para acceder a ella.
Afortunadamente, Andalucía ha aguantado el tirón con una sorprendente musculatura. No es que se hayan solucionado todos los problemas, algunos enquistados durante décadas, pero sí que parece que el futuro se presenta esperanzador. Ya veremos el 2022.