2022-23
Termina 2022, un año marcado por la invasión rusa de Ucrania, la inflación desbocada y un clima político enrarecido prácticamente a diario, viendo el covid, de hace apenas tres años, como algo que sigue cerniéndose sobre nosotros como una amenaza flotante.
Un año en que, ante la inminencia de nuevas elecciones, los partidos políticos han sacado la artillería y viven enfrentándose unos a otros ante la mirada atónita de los ciudadanos, que no terminan de acostumbrarse a este tipo de espectáculos entre quienes deben dirigir la nación.
Salvo las últimas lluvias, que han aliviado el periodo de sequía, el agua sigue siendo un problema de primer orden, sobre todo ante el aumento de personas en la época estival y el nivel de producción de nuestros campos.
Hay muchos frentes que habrá que afrontar en 2023. Sólo esperemos que los encargados de la gestión de las instituciones estén a la altura de los retos que se plantean, centrándose en los problemas reales de los ciudadanos: el aumento de los precios, la eficiencia de la sanidad pública, el abastecimiento de agua, el desempleo y, ante todo, el sentido, ya sea por una vez, de Estado.