Cuando se confinó a la población en mar­zo de 2020 a causa de la covid-19 y sólo quedaron abiertos los servicios denominados esenciales, España sufrió un brusco frenazo económico cuyas consecuencias son suficientemente conocidas. Surgieron entonces todo tipo de iniciativas desde las instituciones para paliar el daño causado, de las que tenemos noticia de algunas, mientras que otras, sencillamente, se las ha llevado el viento o esperan a los fondos europeos, que luego ya veremos en qué se gastan. El caso es que el hundimiento económico afectaba principalmente, como siempre, a pymes, autónomos y jornaleros, tal como la crisis del 2008, aunque en aquella ocasión se creó una ley para que las administraciones públicas pagaran en tiempo y forma a sus proveedores, algo que fue muy aplaudido en aquel momento y salvó miles de familias.

Sin embargo, hoy, con una crisis económica tan grave y profunda, al menos, como la de 2008, vemos cómo el tiempo en el que se paga a los proveedores ha ido alargándose en el tiempo, con lo que al quebranto económico causado por la pandemia, se une el institucional. Es solo un ejemplo, pero hay muchos más de que hay que centrarse en lo importante.