La convocatoria de elecciones autonómicas en Cataluña supuso un momento de estupefacción en la sociedad española, ya que, sumidos bajo un estado de alarma nacional, con la economía hundida y sin trazas de que la pandemia remitiera, se veían mítines, aglomeraciones, manifestaciones, etc., mientras en otras partes de España se vigilaba con recelo las reuniones de más de seis personas o el uso de las mascarillas, entre otras medidas. 

Ahora, las elecciones de mayo en la Comunidad de Madrid -como ya pasó en Cataluña- están provocando altercados, violencia en las calles, aglomeraciones, etc. que nos hace pensar que lo importante -el desempleo, la pandemia, el cierre de empresas- ha dejado paso a la banalización de la política. ¿Qué ha pasado en España para que esto ocurra? ¿Por qué ‘lo político’ nunca ha tenido un significado tan peyorativo como en estos tiempos?

Vivimos un momento en la Historia en que los sentimientos y los eslóganes se imponen al raciocinio, a lo práctico, a lo útil, creando ruido sobre postulados inventados para la ocasión para evitar afrontar, de una vez, la decisiva y completa modernización de España.