Llega una temporada de verano con más normalidad que la del año pasado, aunque todavía se mantienen ciertas restricciones debido al covid-19 y, sobre todo, a la confusión que origina el fin del estado de alarma, algo que pudimos comprobar la misma noche de San Juan, en la que unos municipios costeros organizaron actos lúdicos mientras que otros cerraron las playas para evitar aglomeraciones.

El cansancio originado por el largo estado de alarma propicia que se quiera retomar sus hábitos anteriores a la pandemia, pero, aunque se han rebajado no­tablemente los contagios y las muertes, la amenaza sigue presente, por lo que a los esfuerzos de las administraciones debe unirse la sensatez de los ciudadanos para evitar una recaída que impida la vuelta a la ansiada normalidad.

Sí es cierto que el ciudadano ha visto perplejo cómo se pasaba de la negación -por ejemplo de la mascarilla- a la imposición, contribuyendo más si cabe a la confusión por un virus contra el que no había defensa ni medicamentos. No obstante, con la situación bastante controlada, es hora de ir recuperando nuestra mayor fuente de ingresos, que es el turismo.