El tren de Vélez
Columna de Francisco Montoro
El 11 de marzo de 1905, ante el notario madrileño don Francisco de Moraga y Tejera, se constituye la sociedad Ferrocarriles Suburbanos de Málaga S.A., que disponía de un capital inicial de 4.000.000 de pesetas, en su mayoría extranjero, y que detentaría la concesión del tendido férreo durante 99 años.
Tres fueron las líneas que se hicieron e inauguraron, y en el siguiente orden: Málaga-Vélez-Málaga, Málaga-Coín y Vélez-Málaga-Ventas de Zafarraya.
La primera de las líneas trazadas fue, como decimos, la de Málaga-Vélez-Málaga, cuya concesión fue otorgada por Real Orden de 12 de julio de 1906. A finales de enero de 1908 el ‘tren de Vélez’ hacía su primer viaje desde la capital a Torre del Mar, y seis meses justos más tarde, llegaba ya a Vélez-Málaga.
En sus 36 kms. de recorrido, sus principales estaciones fueron Rincón de la Victoria y Torre del Mar y, como apeaderos, El Palo, La Cala, Benagalbón, Chilches, Benajarafe, Valle-Niza y Almayate.
Desde el primer momento, se cumplieron las previsiones de las fuerzas vivas veleñas que tanto habían luchado por la concesión del tren. El trazado, paralelo a la costa, no sólo unía a Vélez con la capital, sino que relacionaba entre sí a los distintos núcleos habitados del recorrido, reactivando su economía y sirviendo de camino de libre circulación de productos, hombres e ideas. A pesar de su parco recorrido, su misión y función fue muy grande, llegando a aglutinar a distintos grupos humanos y a dar, incluso, respuestas sobradas a todas las previsiones y aspiraciones.
El tren no pudo ser una operación mejor pensada. Para Málaga suponía decenas de miles de compradores que inundaban sus tiendas inyectando unos capitales sustanciosos, a la vez que proporcionaba a Vélez un medio de comercialización de sus frutos tempranos, sus pasas y sus vinos.
El 28 de agosto de 1922 la estación de Vélez comenzó a mirar hacia el oeste, al inaugurarse la línea Vélez-Ventas de Zafarraya que terminó de alimentar todas las esperanzas.
El tiempo, los papeles, los desacuerdos con la administración, las dos guerras mundiales, y la civil española, cambiaron sustancialmente los objetivos empresariales y todo quedó en un intento hasta que, tras los estudios pertinentes para levantar las vías de Vélez, se decidió torpemente acabar con el tren.
En julio de 1957 se sustituyeron los antiguos trenes por modernos automotores diesel de viajeros. Parecía que se relanzaba y potenciaba el tren; pero la realidad comenzó a mostrarse muy distinta. El 10 de diciembre de 1959 dejó de funcionar la línea Vélez-Ventas de Zafarraya y el deterioro constante del servicio, así como un “poco explicado” abandono, le llevó al colapso final, que se produjo el 23 de julio de 1968, sesenta años exactos después del día de su inauguración.
La concesión estaba prevista hasta el año 2008, fecha en que el tren pasaría a ser propiedad del Estado.
Nuestro admirado y querido amigo don José Méndez Hoyos mantuvo una fuerte lucha en defensa del tren de Vélez, procurando que no se perdiera. Desde su posición como corresponsal del diario Sur, y como presidente de la asociación de Cabezas de Familia, pidió ayuda al delegado provincial de Sindicatos, al delegado provincial de Asociaciones, incluso al cardenal Herrera Oria. Todo fue infructuoso.
El Sur, además, le negó la publicación de un artículo titulado Contraste de Pareceres, lo que su director trató de justificar en el hecho de que ya nada se podía hacer porque la decisión de desmontar el tren estaba ya tomada.
Hoy, el tren de Vélez sería un tesoro para Vélez-Málaga y su comarca. Perdimos el tren. ¿Terminaremos de perder el tranvía? La nueva corporación municipal tiene la palabra.