'Todo o nada'. Presupuestos participativos

Desde hace unos años en que los procesos de colaboración o colaborativos aparecieron, es ya un hecho que llegaron para quedarse, ya no sólo como un concepto inherente a la innovación, sino como una filosofía de trabajo para obtener resultados más adecuados a las necesidades de las personas.

De la misma forma, los procesos colaborativos y de cocreación han llegado a la democracia para hacer una política más participativa y me­nos déspota, como mecanismo de fiscalización ciudadana de los pre­- su­puestos y del uso que se da a los impuestos, si bien es cierto que a nivel nacional parece que todavía quede ‘un mundo’ para que la política participativa sea un hecho, se cuente con los ciudadanos en la política general y no cada cuatro años con promesas de “vamos a hacer y vamos a crear”.

En Rincón de la Victoria, los presupuestos participativos están sien­do una herramienta ciudadana muy útil “para conseguir” resultados en demandas que los ciudadanos llevaban más o menos tiempo pidiendo. Nos encontramos que a través de esta herramienta participativa se realizan inversiones de pavimentado, eliminación de barreras arquitectónicas, mejoras en la biblioteca de Benagalbón (tejado, insonorización, sustitución de ordenadores), creación de huertos ecológicos, adaptación y mejoras en parques infantiles; actividades como la creación de la escuela de teatro, cursos para jóvenes, mayores y desempleados, clases de refuerzo para escolares; y otras acciones como el festival Cortoben, un plan estratégico para Rincón y la promoción de la Cueva del Tesoro.

Sin embargo, este proceso ha servido para poner el acento en la incapacidad de los concejales del Ayuntamiento para realizar su labor, ya que se ha conseguido hacer más con menos, más que toda una concejalía con su presupuesto, porque a nadie se le escapa que todas estas acciones recaen sobre alguna concejalía con presupuesto para llevarlo a cabo (Urbanismo, Formación, Cultura, Medio Ambiente...), lo que demuestra que nuestros concejales o bien son unos incompetentes o han fallado estrepitosamente al medir la temperatura de las necesidades de los ciudadanos, o bien están más preocupados con sus crisis de gobierno y de “pillar” al de al lado, de “no hacer por si acaso”, desconfiando de todos,  que en gestionar el municipio para sus vecinos.

Podrían escudarse en que el presupuesto de las concejalías es para las gran­des acciones, pero tampoco, por­que la única en marcha, la piscina cu­bierta, viene de atrás; el mercado de abastos sigue compartiendo el sue­ño de los justos; y tanto el Instituto y el consultorio de Torre de Benagalbón, necesidades reales e im­periosas, esperan en Sevilla como es­pera Penélope, con su bolso de piel marrón, sus zapatos de tacón y su vestido de domingo, esperando que llegue el primer tren meneando el abanico.

Visto lo visto estos días, y que no habrá acuerdo para sacar adelante los presupuestos municipales de 2017, más valdría que todo el presupuesto de las distintas concejalías se transfiriera a los presupuestos participativos, pero primero pediría que los representantes del grupo motor, que, a pesar de tener algunos de ellos vinculaciones con partidos políticos, no lo hicieran a título personal -insisten ellos-, sino elegidos por los vecinos igual que se eligen los pro­­yectos, demostrando así verdadera voluntad democrática y representatividad ciudadana. Sin em­bargo, me pregunto: ¿no es para todo esto para lo que se vota a los concejales y para lo que se les paga: escuchar a los vecinos y gestionar el presupuesto? ¿Quizá comienzan a sobrar concejales en Rincón de la Victoria?