Cortinas de humo

En el contexto actual de la política de este país, la ignorancia voluntaria de la realidad es lo que mueve los hilos políticos y no hay búsqueda de la verdad, que casi siempre está cerca aunque un poco escondida, sino que vivimos en una época de interpretación, donde no importan los hechos, sino el efecto que causan las cosas que decimos: unas alas al disimulo, al engaño, a la mentira, a la impostura. 

Y cuando solo se atiende al instinto de poder, a la soberbia y a los efectos del relato, estamos ante cosas muy graves. Y eso es muy peligroso. 

En esta sociedad que se va polarizando a marchas forzadas, no se confrontan ideas o puntos de vista, sino posiciones rígidas e inamovibles. No se analizan los datos fiables y verificados, sino solamente los que me puedan dar la razón, aunque para ello se tergiversen o manipulen. Las posturas moderadas y de consenso no están de moda y no ayuda el desolador panorama de frentismo que se está generando, que está llevando al país a un hartazgo del que me desconsuela que no sean (o no quieran ser) conscientes sus responsables (ya sean políticos, usuarios de redes sociales o medios de comunicación), por las graves repercusiones de desapego y alejamiento de la convivencia democrática que tanto nos costó alcanzar.

Así, se puede desembocar en una muerte agónica de la credibilidad del sistema, porque algunos moldean la realidad según sus intereses, sin importarle los efectos perniciosos que esa irresponsabilidad genera en la ciudadanía. La negociación está mal vista, la conversación sin condiciones marginada, el análisis serio y riguroso vilipendiado en favor de posiciones dogmáticas que no requieren explicación y que se convierten en cuestiones de fe irrefutables, te digan lo que te digan, te demuestren lo que te demuestren. 

La política del chascarrillo, del grito o el insulto la están poniendo algunos  de moda y las barbaridades que dicen persiguen que nos dejemos llevar por el ruido y la manipulación y caigamos presos de los populismos, que no llevan a la verdad de las cosas sino al enfrentamiento y la crispación. En este sentido, comparto con el escritor José Ángel González Sainz, que uno de nuestros grandes problemas es que no estamos construyendo ciudadanos, estamos construyendo antagonistas que están adoctrinados y que, antes de examinar algo, ya han tomado una posición y con ella embisten, no dialogan. Eso es una especie de estupidez insensata y oscura que nos puede llevar al abismo.

Defiendo abiertamente que esa polarización no eche raíces en la sociedad, que ese fenómeno de división social y guerras culturales debido a posiciones extremas o antagónicas no nos divida. Por eso, debemos ser cautos y estar prevenidos para no caer en esa trampa fácil que nos tienden unos y otros con declaraciones y contradeclaraciones fútiles, con mensajes reproducidos sin el menor atisbo de crítica ni de proponer soluciones consensuadas. Y como no nos han enseñado a pensar, ni a formar nuestro espíritu crítico, tendemos a pensar que las cosas son buenas o malas porque así nos las presentan unos u otros, y nosotros las aceptamos sin rechistar. 

Ahora que tengo más tiempo para informarme, contrastar fuentes, leer a autores solventes y aprovechar el poso de experiencia y conocimiento que dejan los años, no dejo de asombrarme sobre lo difícil que le debe resultar a un ciudadano medio conocer el verdadero sentido de las cosas, la verdad que se esconde bajo titulares tendenciosos y la vacuidad de algunos informativos, tertulias y foros de opinión. Así, no es fácil que estemos bien informados y tengamos referentes dignos de confianza.
Por eso, para reducir la polarización política en nuestras vidas, les invito a seguir los pasos que sugiere el psicólogo Paul Chernyak: 1º. Respetar la opinión de los demás. El otro tiene alguna razón para pensar así y debemos intentar conocer su punto de vista, aceptando que no tenemos la obligación de hacerlo cambiar de opinión. 2º. Utilizar los medios de comunicación con inteligencia, intentando contrastar informaciones, leer diferentes medios y evitar informarnos por las redes sociales. 3º. Eduquémonos sobre los diferentes partidos políticos, leamos.

Ya dijo Eisenhower que “la política debería ser la profesión a tiempo parcial de todo ciudadano”. Por eso, quizás haya llegado el momento en que las personas tomemos mayor protagonismo en la política y no nos dejemos embaucar por esas cortinas de humo que solo les viene bien a quienes tienen algo que ocultar, quieren justificar el cargo que ocupan y las prebendas que disfrutan.