Imagina

Artículo de Jesús Aranda

Este mes de septiembre de 2021 se cumple el 50º aniversario de Imagine, uno de los mayores éxitos obtenidos por un ex­Beatle, John Lennon, que es, desde entonces, una canción emblemática de la música popular.

Fue un 9 de septiembre de 1971 cuando se editó el disco que, con los años, se ha convertido en un himno de paz y ha sido grabado por muchos artistas, entre ellos Madonna, Elton John y Stevie Wonder. Una canción que trascendió todas las barreras. Así lo expresaba él con su letra: 

“Imagine there's no countries
It isn’t hard to do
Nothing to kill or die for
And no religion, too
Imagine all the people
Livin’ life in peace”. 

(“Imagina que no hay países, no es difícil hacerlo. Nada por lo que matar o por lo que morir, y tampoco ninguna religión. Imagina a toda la gente viviendo la vida en paz”).

Lennon aunó los sueños de miles de personas que, como él, deseaban la paz en un mundo que empezaba a despertar ante la violencia de la guerra de Vietnam, promoviendo la idea de que “todos somos una nación, un mundo y una sociedad”. Así, Imagine se convirtió en el himno musical del movimiento contracultural que recogía el ideario hippie.

Pasó a ser el sencillo más vendido de Lennon como solista, a pesar de ser antirreligioso, antinacionalista, anticonvencional, anticapitalista, pe­ro como estaba envuelto en una suave melodía fue bien recibido por casi todos. Parece que si le ponemos un poco de miel a los mensajes políticos, es más fácil que sean aceptados.

No han sido pocas las canciones que a lo largo de la historia del rock se han convertido en auténticos hitos y portavoces de las inquietudes de millones de personas: Blowin’in the wind, de Bob Dylan; Gracias a la vida, de Violeta Parra; All you need is love, de los Beatles; Resistiré, del Dúo Dinámico; Satisfaction, de los Rolling Stones, etc., donde los artistas han envuelto en diferentes estilos y melodías auténticos mensajes de paz, amor, solidaridad, protesta contra las injusticias, etc. Los que hemos crecido al amparo de esas melodías y letras sugerentes, hemos asimilado esos mensajes, que han pasado a convertirse en consignas de vida y estímulos ante los enormes desafíos que la sociedad actual nos plantea. Así, no está de mal imaginar que un mundo mejor es posible, aunque sea lejos de los deseos utópicos de alguna de esas canciones.

Imaginar que muchas de las co­sas que nos preocupan puedan ir a mejor, es positivo, deseable y nos puede mover a todos para in­tentar conseguirlo, aunque pueda resultar utópico y, aunque la utopía es un lugar que no existe, plantearla puede desembocar en em­peños tales como orientar el rum­bo de una sociedad, valorar lo que se tiene, criticar la acción de los protagonistas de esa sociedad y, sobre todo, cultivar una es­pe­ranza para superar una situación dada en aras de lograr otra mejor.

La imaginación al poder fue el eslogan más emblemático del Mayo del 68, aunque tras todos estos años le haya ocurrido como al propio movimiento contracultural de los años 60 y 70: ha acabado banalizado y absorbido por la sociedad de consumo a la que se enfrentaba, hasta el punto de ser utilizado en diversos anuncios publicitarios.

La imaginación es necesaria para no abandonar el impulso utópico, que partiendo de la constatación de que otro mundo es posible, nos impulsa hacia un horizonte deseable por muy lejano que hoy nos parezca. Como decía el artista y director de cine Alejando Jodorowsky, “yo no puedo cambiar el mundo, pero puedo empezar a cambiarlo”. Asi­mismo, conviene no olvidar que todos los logros sociales de los que hoy gozamos fueron un día vistos como utópicos y de forma despectiva por la sociedad de entonces.

Piensen por un momento lo siguiente: ¿Acaso nos planteamos, como individuos o como sociedad, cuáles son nuestros anhelos, nuestros deseos más fervientes, nuestras ansias de conseguir un mundo mejor? O, ¿nos dejamos llevar por lo que nos viene dado y, de alguna forma, se nos impone desde las diversas instancias de poder (político, mediático, religioso…)? 

Les invito a todos ustedes a que sueñen por un momento y se dejen llevar por su imaginación. No se repriman ni se inhiban, no vean nada inalcanzable. La ilusión nos mantiene vivos y alegra nuestro espíritu, aunque la terca realidad se empeñe en fastidiarnos la fiesta. Además, es gratis y un saludable ejercicio de autoimpulso emocional. De hecho, la ciencia ha descubierto que la imaginación juega un papel fundamental en la percepción que tenemos de la realidad y en la elaboración de los recuerdos, los sueños y los pensamientos. La inteligencia depende de ella, al igual que la creatividad, y solo potenciándola podemos avanzar hacia una sociedad más sana y más sabia. Además, gracias a la imaginación podemos pensar más allá de nuestra situación inmediata, generando contenidos mentales reales con los que podemos revaluar el pasado o evocar un posible mejor futuro.

¿Se imaginan ustedes?