Los viejos rockeros nunca mueren

Acaba el mes de mayo, un mes vinculado al simbolismo del renacimiento y el ciclo de la vida, el mejor mes de la primavera.

Los jardines y los campos se llenan de flores y las huertas comienzan a dar sus frutos. Además, en este mayo que ahora termina, han ‘florecido’ dos hechos, en principio inconexos, pero que para un servidor tienen una gran relevancia social y cultural: la recuperación del Festival de Jazz, Ritmo y Blues de Vélez-Málaga y la constitución de la Fundación Miguel Ríos en la ciudad de Granada.

Con respecto al primero, hay que destacar que ha sido promovido por la Sociedad de Amigos de la Cultura (SAC) de Vélez-Málaga que, a través de la colaboración con la Concejalía de Cultura y Patrimonio, ha rescatado una iniciativa cultural que se había consolidado desde principios de este siglo y llegó a celebrar diez ediciones y que, cuando estaba a punto de coger cierta notoriedad en el panorama español de festivales, debido a los avatares políticos y a la desidia de algunos munícipes y regidores, se cortó de raíz. 

Una iniciativa exitosa que, año tras año, conseguía llenar el teatro del Carmen con ediciones dedicadas a ilustres figuras de la llamada ‘música de raíces’: Louis Armstrong, Ray Charles, BB King, Ella Fitzgerald, etc. en las que vecinos de Vélez-Málaga, visitantes y residentes extranjeros,  valoraban una oferta cultural inédita entonces y que se estaba convirtiendo en referente para el resto de la provincia.

Ya era hora de que el ayuntamiento recuperara esta actividad para complementar la oferta musical en el municipio, con unos estilos de música de contrastada importancia y calidad, que no tienen la cobertura que se merecen y es demandada por multitud de aficionados. Y, aunque se haya contado con un presupuesto exiguo y puesto en evidencia las carencias en recursos y medios materiales y humanos que tiene la Concejalía de Cultura, la consideración final es que ha merecido la pena, que el público asistente disfrutó muchísimo y que juntar patrimonio y actividades culturales siempre es positivo.

Curiosamente, la que en su momento hubiera sido la undécima edición de este festival, iba a ser dedicada a Miguel Ríos, un artista fundamental para entender el desarrollo de la música moderna en nuestro país. Pero la cosa se truncó y, justamente en el mes en que renace el festival, se anuncia la puesta en marcha de la Fundación Miguel Ríos (FMR) con el lema ‘Rock y solidaridad’. 

Menuda y dichosa coincidencia. Parece que los astros se han alineado esta primavera en favor de la música y los valores que defiende.

Los objetivos declarados de esta fundación son los de promover y difundir el conocimiento, estudio e investigación de las músicas urbanas y la cultura rock, realizando actividades culturales que den cabida a los jóvenes y que, mediante las mismas, se pueda dar impulso al rock y otras músicas urbanas como realidad de ocio creativo y de calidad.

Además, se pretende realizar actividades solidarias en defensa de las causas de los sectores más desfavorecidos a través de la cultura, principalmente en un triple enfoque: discapacidad, migraciones y desigualdad socioeconómica, desde los principios de defensa de los derechos humanos, igualdad de la mujer y respeto al medio ambiente, dando entrada a instituciones y a personalidades que pueden impulsar actividades en dichos campos con proyectos solidarios y que ayuden a la visualización de causas sociales. 

No se trata solamente de organizar tal o cual espectáculo, sino de creer en los valores que representan la cultura en general y la música en particular. Diversas asociaciones veleñas vienen colaborando con actividades culturales benéficas para causas solidarias y de apoyo a colectivos necesitados y, a nivel nacional e internacional, han sido muchas las ocasiones en que músicos de toda índole han colaborado en iniciativas de este tipo. 

La cultura es algo más que entretenimiento. La música no se reduce a mero espectáculo. Se trata de transmitir emociones, belleza, de fomentar encuentros, de abrir la mente a nuevas sensaciones y sentimientos, de avanzar, en definitiva, en nuestra humanidad. Por eso, una buena política cultural es tan importante, porque de ella depende que avancemos como individuos y como sociedad. Que abramos caminos a nuevas formas de ver el mundo y de vernos a nosotros mismos. Y para ello se necesitan recursos, consensos, objetivos claros y participación ciudadana.

Como rezaba el título de un álbum del popular músico granadino, Los viejos rockeros nunca mueren. Por ello, seguiremos en la brecha para conseguir que el impulso vital de la música siga latiendo en nuestros corazones.