Hábitos cobardes
En los últimos años el interés de los españoles por estar informados de lo desagradable del mundo en que vivimos ha decrecido.
Según leí el otro día, del 85% de interesados por las noticias en 2015, se ha pasado al 55%. ¿Se trata de lo que llaman «el síndrome del avestruz»? Sí, el hábito de la cobardía al huir de los problemas. Según las estadísticas, en todo el siglo XX casi todos los ciudadanos de Occidente leía más de un periódico, al menos un deportivo y otro de información general, y consumían telediarios y espacios informativos que ampliaban ciertas noticias. En la vida social se hablaba y comentaban las noticias y se opinaba sin complejos. ¿Qué pasa ahora? Que las ofertas de los medios digitales son inagotables, ya sea de entretenimiento, diversión o de tertulianos no siempre bien informados pero plenos de ruidosa superficialidad. Tienen más éxito las «noticias falsas» que la realidad, y cuanto más irreales, conspiratorias o simplemente idiotas, mejor. Las series arrasan, y los programas populistas y vociferantes, también. Las noticias de la realidad mundial sólo interesan cuando se presenta un hecho político relevante que puede cambiar el panorama de un país, un atentado sangriento, la celebración de la final de una copa deportiva, o las vicisitudes en forma de líos de algún actor o actriz que son famosos. Esas noticias tienen una vida corta, y el ciudadano siempre espera cosas nuevas, pero ya no conmueven las cifras de muertos, violadas o niños desaparecidos, ni tan siquiera que algún descerebrado pueda iniciar la I Guerra Mundial Nuclear. Por eso creo que una gran parte de la población padece el curioso «síndrome del avestruz», es decir, evitar toda información que pueda causar malestar, preocupaciones, compasión o miedo. Se trata de ignorar esa parcela de la realidad que podría complicarnos la existencia hasta límites insoportables, y entonces mejor actuar como si no existiera. Hay una cosa cierta : en algunas ocasiones, muchos humanos creen que «desapareciendo», los problemas se resuelven por sí solos.