Misma causa, misma consecuencia

Suele atribuirse a Einstein la cita de que «es estúpido seguir haciendo lo mismo y esperar resultados diferentes».

Sea cierto o no que el afamado científico pronunciara estas palabras, lo que sí es evidente es que vivimos en un mundo causal en el que a mismas causas siempre les siguen las mismas consecuencias. Parte del avance de la madurez, tanto de la sociedad occidental en general como de cada uno de nosotros como individuos particulares, se produce conforme vamos asimilando esta verdad : si siempre tras A ha sucedido B, entonces cuando de nuevo tenemos A debemos prepararnos para B. A pesar de ello parece que en España estamos empeñados en cerrar los ojos ante una relación causal que se ha ido evidenciando en nuestro entorno durante las últimas décadas. En regiones como la vasca, la catalana, la valenciana, la gallega o la balear ha quedado demostrado que cuando el nacionalismo se hace con el uso político de la lengua (causa A) siempre se termina con recortes en las libertades individuales (consecuencia B). Los españoles tenemos la suerte de poder realizar un viaje en el tiempo, puesto que podemos ver en nuestro entorno distintos estadios de desarrollo del uso político de las lenguas por parte del nacionalismo, y por lo tanto del recorte de libertades. Un ejemplo muy claro: lo que sucede en Valencia es lo que sucedía en Baleares hace unos años. Sin embargo, estamos empeñados en seguir construyendo A. Los nacionalistas siguen controlando la política lingüística, homogeneizando nuestras lenguas, agrandando la estructura institucional en torno a la lengua e imponiendo su lenguaje nacionalista y separatista en la Administración Pública... ¿Hasta cuándo esta sandez? ¿Cuándo despertará el Gobierno del Estado? ¿Se reirán siempre de nosotros esos indecentes nacionalismos separatistas?