¿Vale todo en la vida y en el arte?
El humanista José Luis San Pedro nos habla del “arte de vivir”, cuya finalidad es realizarnos y dar lo mejor de cada uno de nosotros, ganando en satisfacción personal. Añade que es necesaria la libertad para realizarnos como persona. Por otra parte, es consciente de que lo que entorpece esa plena realización es la violencia, la discriminación, el abuso de poder que coarta la libertad de pensamiento e impone su modelo de pensar. Porque sin libertad de pensamiento no hay libertad de expresión.
La libertad de pensamiento es el fundamento para crear una sociedad libre, donde se dé la expresión de la creatividad y la genialidad de las obras de artes. Documenta 14 es una exposición internacional de arte contemporáneo que nació con este espíritu de libertad, en 1955, en la ciudad alemana de Kassel, y se celebra cada cinco años. En la edición de este año 2017 se presenta por primera vez en dos sedes, Atenas y Kassel. Adam Szymczyk, director artístico de la exposición, explicó que el propósito de dicha decisión es “reflejar la situación actual en Europa; poniendo de relieve las tensiones palpables entre el norte y el sur”. Es una exposición que se caracteriza por ser una plataforma de activismo cultural, de denuncia social y política. Por su carácter abierto se autodenomina apátrida, porque cuestiona el vínculo con la ‘patria’ y con la genealogía colonial patriarcal. Es un proyecto que nació con el objetivo de unir fuerzas, para manifestar la libertad de expresión y con la finalidad de derribar fronteras, funciones que continúan manteniendo. La elección de los artistas participantes se hace en un proceso nómada de cooperación colectiva, sin identidad y sin nacionalidad. En la exposición el visitante no se limita a ser espectador, sino que actúa y participa; sintiendo emociones de aceptación o de rechazo.
Al contemplar una obra de arte contemporánea, a veces, nos hemos planteado si en el arte vale todo. Porque hemos sido educados en la búsqueda de la belleza, de lo sublime, influencia recibida por la estética de los filósofos alemanes Kant y Heidegger, que afirman que la esencia del arte está en la manifestación de la verdad. Conciben el arte como un “lenguaje universal” con el que el hombre expresa la realidad humana, física y espiritual. El artista capta la realidad exterior y la interioriza, para después devolverla a la exterioridad desde la libertad creadora. En el proceso creativo intervienen cuatro componentes: “el artista”, que es el creador; “la realidad”, que es la objetividad que se expresa; “la conjunción”, que es la creación artística; “el resultado”, que es la obra de arte.
En el presente siglo XXI, el artista para manifestar la obra de arte, se sirve de la tecnología y utiliza toda clase de materia y de recursos. Lo que aquí adolece es “la conjunción”, la creación artística, que se pone en duda. Porque el artista no demuestra un gran dominio de las técnicas tradicionales de pintura, de escultura… sino que se vale de la electrónica o la reproducción mecánica; acciones que deshumanizan el arte. ¡Esto nos da que pensar! Lo único que le importa al artista es provocar al espectador. El resultado son obras conceptuales, más que obras elaboradas con el dominio del conocimiento del dibujo, de la pintura o de la escultura. Ejemplo de esto, es la importancia que ha tomado la fotografía como muestra artística.
La respuesta a nuestra pregunta, ¿si vale todo en el arte, o si es arte todo lo que se está haciendo? queda abierta, y es el tiempo el único juez para dilucidar su valía. Pero si lo vemos desde la perspectiva del compromiso de comunicar, de expresar la percepción actual de la realidad del presente milenio: crisis de valores ético-morales, decadencia de la identidad de la persona, hegemonía de un poder socio-económico establecido… El artista, como testigo de su tiempo, debe denunciarlo y reflejarlo en sus obras. Desde esta visión, podemos aceptar que todo vale en el arte.