“Mi abuela y yo volvemos a volar transportados por su blusón. A lo lejos, un planeta de color azul, una casa con jardín, un dormitorio igual de grande que una luna pequeñita”. Pepe Maestro: La estrella.

Nuestra amiga Liria sigue viajando cada noche antes de dormir gracias a la lámpara tan especial que le regaló su madre. Cuando llega a su dormitorio, la enciende y mira las siluetas dibujadas en el techo y paredes hasta que su imaginación se desborda.

En esta ocasión recuerda que su abuelo le señala todas las noches una estrella y le indica que esa es su abuela. Así que esa noche, en cuanto vio la estrella atravesar sus paredes voló hacia ella porque sin duda se trataba de su abuela.

Como su abuelo le dijo que la abuela era una cabra loca que nunca está quieta, en cuanto vio una cabra sobre un cráter lunar se dedicó a perseguirla, hasta que la abuela apareció.

Fue maravilloso viajar por el espacio con ella y conocer a sus amigos el marciano casi transparente, el hombre con cabeza en forma de gramófono y el gato astronauta. Lo mejor fue escuchar al señor cantar la ópera preferida del  abuelo y ver la lluvia de estrellas fugaces.

Original forma de conciliar el sueño la de esta niña que noche tras noche viaja gracias a su imaginación. Seguro que los pequeños lectores harán lo mismo cuando le lean estos cuentos de buenas noches una vez metidos en sus camitas.

Las ilustraciones de Claudia Ranicci te atrapan desde la portada. Ver a esa niña vestida de astronauta y a la cabra sacando la cabeza del cráter espacial ya es mágico. 

Los dibujos ocupan todas las páginas y nos llevan por el espacio sideral tras una estrella laberíntica hasta hallar a la abuela con su enorme bata azul para presenciar con sus amigos las estrellas fugaces.