Nada es lo que parece
Todos sabemos que en la palma de la mano
tenemos escrito el destino y nuestra suerte
y sobre los hombros, sabemos que llevamos,
el peso de la cruz hasta la muerte.
Cargando este equipaje y la fortuna
andamos confundidos entre la gente
la cabeza y los pies sobre la tierra
…y en otro sitio la mente.
Las cosas nunca son como soñamos
¡¡el carnaval del mundo engaña tanto!!
que detrás de la cara más feliz,
muchas veces se está escondiendo un llanto.
Nadie se fie de la felicidad ajena,
la vida nunca fuera de color de rosa,
se alza el telón y en esta obra
el rostro ríe cuando el alma llora.
No cuentes para ser feliz lo que te falta
de bienes, de salud, de dinero ni de obras,
suma más bien aquello que ya tienes
y veras lo mucho de todo que te sobra.
La felicidad es un relámpago fugaz
en las muchas tormentas de la vida,
pronto sabremos que en esta cruda realidad
las lágrimas son muchas más que las sonrisas.
¡Qué fácil construir castillos en el aire
y que amargos los sinsabores de la vida!
¡Qué difícil encontrar cada mañana
esa calma y esa paz que el alma ansía!
Andamos escondiendo las tristezas,
vivimos fingiendo estar en paz,
y es que, en este carnaval del día a día
casi todo depende del disfraz,
cuando vamos sonriendo por la vida
por dentro llevamos mojado el antifaz.