El llanto del mar

Columna de Margarita García-Galán

Vuelvo a la orilla del mar que frecuento, tan añorada, tan deseada en este tiempo de aislamiento obligado que me alejó de su calma, de su brisa salada, de su reconfortante aroma a veranos perdidos, a mañanas de sol que llenaron mis ojos de infinitos instantes de paz. Vuelvo a pasear junto al mar de siempre, sintiendo la alegría del reencuentro con su azul, con el melodioso murmullo de las olas que van y vienen sin cansarse. Voy a mi aire, como ellas, bebiéndome su refrescante música, sintiéndome libre de nuevo. Y me adentro en su sosiego recordando un hermoso poema de Joaquín Lobato que siempre me gustó, y que oí por primera vez en una de esas tardes de julio que recuerdan entre amigos al poeta veleño. “Sería terrible saber que lloras por las noches, oh mar...”. El poeta canta al mar que amaba tanto, “vencedor intrépido y solemne”, en uno de los libros que suelo releer en mis horas más íntimas. Junto a otros libros de poesía, Atardece el mar acompañó mi tiempo de confinamiento suavizando el tedio y el desasosiego de esta pandemia que nos encogió el corazón y nos cortó las alas. Y nos obligó a mirar la vida desde las ventanas.

“Sería terrible saber que lloras...”, Joaquín Lobato se dolía imaginando la tristeza y el llanto nocturno del mar, “y que nadie sepa que estás despierto”. Tan hermoso canto de amor me acompaña ahora, en mi gozoso reencuentro con él, envuelto en música, maravillosa música que el compositor Daniel Martínez ha creado para mecer un suspiro de amor al mar. ‘Sería terrible’ es un trabajo admirable donde más de cien músicos, de distintos lugares del mundo, aunaron esfuerzos, acortaron distancias, mezclaron estilos y sensibilidades para ofrecer, on line, un recital de buen gusto. Buenas voces recitando con alma un verso que navega en la marea de un recuerdo, entre acompasados latidos de violines, guitarras, flautas, oboes, pianos, trompetas... Buena música, preciosa música elevando hasta el infinito el sentir marinero del poeta veleño. Emociona oírlo, dejarse llevar por esa mezcla armoniosa de estilos tan bien avenidos, clásico, flamenco, rock, jazz..., un todo poético, melodioso y estéticamente impecable. Una explosión de arte que hará llorar de noche o de día al mismísimo mar, ese mar inmenso, insomne en su soledad, “que doblega el yodo rebeldísimo de las rocas”.

Genial este vídeo del músico veleño, preludio de la obra ‘Infártico’ que se estrenará próximamente en Vé­lez-Málaga en homenaje a Joaquín Lobato. Brillante, como el mar que nos inspira y nos sosiega, este regalo de música y voces, que adornan también los trazos certeros de pintores de la tierra, que suman color de mar a este entrañable recuerdo al poeta. Es realmente hermoso que en plena pandemia, entre suspiros de luto y desesperanza, un joven compositor, a solas con su alma, alegrara con música de olas el lamento de un verso triste. Violonchelos, tubas, clarinetes..., cada músico en su ventanita, en la intimidad de sus hogares, cantando, recitando, tocando, sintiendo, derrochando arte, conjugando emociones. Per­cusión, cuerdas, metales y viento embelleciendo el mensaje, enjugando el llan­to profundo y nocturno del mar que vive en un verso. Ese llanto imaginado que nos conmueve en la distancia. Que oímos los que lo amamos, los que sentimos la sal de sus lágrimas blancas. Los que sabemos que está despierto.

Bellísimo homenaje de Daniel Martínez a Joaquín Lobato, que hará llorar, donde quiera que esté, al veleño con alma que navega ya en otra inmensidad celeste, siempre atento, vigilando, consolando la tris­teza de ese mar  amigo “que desata requemadas maromas” y  acompaña para siempre su travesía de eternidad. La música salvará distancias y llegará con fuerza al pintor de arlequines y goliardos que amaba el cine y el verano. Aquel muchacho alegre, sencillo, interesante y creativo, que amaba profundamente la vida...

Aquel poeta sensible que atendía cuando llamaban a su puerta las palomas.