Al son de la espuma y el viento

Columna de Margarita García-Galán

Cuando el verano se ha ido, cuando sentimos aún la caricia de su aliento cálido  en los primeros días de este otoño recién llegado -que diría Joaquín Lobato-, bajo la oscura cúpula del cielo de un sereno anochecer, con el mar a la espalda y la  luna escondida en algún rincón celeste, en el paseo marítimo de Torre del Mar la música volvía a emocionarnos, a sacudir nuestras fibras sensibles al son del vaivén del mar. El compositor Daniel Martínez, que nos sorprendió gratamente durante la pandemia musicando unos preciosos versos de Joaquín Lobato, presentaba, en el ventilado escenario que mira al mar, su concierto Espuma y Viento.

Con un lleno absoluto, rodeado de buenísimos músicos y preciosas voces, el joven músico torreño presentaba en casa su música, maravillosa música que oíamos, por fin, en directo y entre amigos, después de un tiempo triste donde un virus insolente y letal nos privó  de la gente, del gratificante calor humano. Inspirado en el mar, el concierto mezclaba  sabiamente melodías originales que hermanaban armoniosamente sones de Oriente y Occidente. Al compás de la música, veíamos el elegante aleteo de una mariposa dorada y brillante que pasaba entre nosotros bailando, con una estética impecable, una hermosa danza oriental. Al son de la espuma y el viento, el flamenco dejaba también su impronta rompiendo el aire con los quejíos de voces serias y el personalísimo baile de Antonio Guerra. Especialmente emocionantes las músicas que hicieron aún más hermosos los versos del poeta veleño que nos sabíamos de memoria, y que aprendimos a cantar con esos gratificantes vídeos que nos alegraron tanto en un tiempo de confinamiento especialmente triste. Aquellos músicos, ofreciendo online lo mejor de su arte, se asomaban a las ventanitas que nos permitían ver, oír, y sentir la música, que nos llegaba como un bálsamo intentando suavizar el sufrimiento de tantos, llenándonos el alma de belleza y esperanza. Sería terrible, Decido, La cúpula y la luna... Versos de Joaquín Lobato que vuelan ya para siempre en brazos de la hermosísima música que soñó para ellos Daniel Martínez.

Qué armonioso concierto a orillas del mar. Qué derroche de sensibilidad y buena música. Guitarras, violines, piano, saxofón, percusión, flauta..., más de diez músicos, y voces limpias, versátiles, acompañando al compositor de la tierra, que dejaba en el aire de su pueblo marinero lo mejor de sí. Él, su música y sus músicos brillaron en un escenario junto al mar que se les quedó pequeño. Así de grandes me parecieron todos. “Como el viento juega con la espuma dibujando palomas blancas, para sentir ese momento somos espuma, espuma y viento”. Rocío La Boterita y Alba Bermejo mimaron ese precioso canto al mar que sonaba dulcísimo con la suave cadencia de sus voces de seda.

Muy bien organizado, con medidas de seguridad que el propio Daniel se encargó de recordar, con un elenco de excelentes músicos, el concierto, gratuito, fue un auténtico lujo. Un privilegio para los que amamos la música y disfrutamos aún, en nuestro pueblo de verano, de las bondades de este otoño recién llegado que nos regala, entre azules de mar y ocres de hojas muertas, momentos únicos, sublimes, de los que quedan para siempre en la memoria, como esta delicia de música con sabor a mar y a verso. A espuma y viento.

Que siga creando y creciendo el genial músico. Que siga con su guitarra, su piano y sus musas regalándonos belleza, soñando melodías, imaginando notas mágicas que bailarán al son de su alma sensible. Nosotros nos dejaremos llevar por ellas y por ese viento del mar que juega con la espuma dibujando palomas blancas. Volaremos con ellas, sus alas nos elevarán por encima de la mediocridad y la tristeza, y olvidaremos por momentos que el virus sigue al acecho. Que se queman los bosques. Que se anegan los pueblos.  Que el mar se duele. Que sigue rugiendo el volcán.