Himnos y engaños

Columna de Salvador Gutiérrez

El himno de España vuelve a desentonar. Como tantas otras cosas en España, el himno va desacompasado. Un vez más, en un acto institucional en Nápoles, al que asistía Felipe VI, el himno sonó con la letra del gaditano Pemán, la letra con la que el antiguo régimen ponía poesía a una España en prosa. 

No es la primera vez que esto sucede: el himno de la República ha sonado en repetidas ocasiones por esos mundos de Dios. Al margen del debate, de si al himno español se le debe escribir una letra (cosa harto improbable en una España cada vez más dividida y radicalizada), la desconcertante confusión con el himno español viene a poner sobre el pentagrama la importancia de acudir, para llenarnos de datos y conocimientos momentáneos, al divino Google. Sin duda alguna, El Aleph de Borges es internet. Y en él está todo. O, al menos, todo lo que hay que saber o quieren que sepamos. En todo caso, es lamentable cómo profesionales del protocolo, la organización de eventos o la comunicación institucional pueden cometer fallos de tal calibre. Pero está claro que el fallo y el error en la era digital, en el mar de internet en el que intentamos pescar conocimientos, es algo que no nos debe asombrar. Cuando pescamos en un mar tan contaminado podemos sacar una buena lubina o una bota de cuero a lo Charlot.

La modernidad y la pedagogía lúdica que la acompaña han desterrado la memoria de sus territorios. Saber datos, saber cosas, retener nombres, ser, en definitiva, un buen jugador de Trivial, casa muy mal con el modelo en el que aprendemos a aprender. Pero uno se cuestiona que para aprender algo, habrá que saber algo previamente, ¿no?... Que el profesional de protocolo institucional de Nápoles (seguramente con una licenciatura, varios másteres, dominio de un par de idiomas y abundantes conocimientos informáticos) acuda a Google a buscar el himno de España es, hoy en día, una práctica habitual y necesaria, pero el que no sepa qué himno es el correcto entre las decenas de posibilidades que le ofrece la red, es ya otro cantar. Y no lo sabe porque en su educación ha primado la posibilidad de saber sobre el saber real, porque en su educación ha primado la memoria externa sobre la memoria personal.

Episodios como el del himno español nos alertan de que habrá, cada vez más, fallos de esa naturaleza. Cuando los conocimientos de la humanidad están volando por las nubes virtuales y no están depositados en nuestros pequeños cerebros, es posible que algún día metamos la pata de manera garrafal.

Para la pedagogía dominante el saber sí ocupa lugar. Y nos da las armas y las herramientas para que podamos saber en un futuro, para que podamos saber de algo sólo cuando nos haga falta. Pero puede que, algún día, cuando algo nos haga  falta de verdad y acudamos a nuestra memoria externa, ya sea demasiado tarde.

Para saber si nos están engañando primero hay que saber de memoria el significado exacto de la palabra engaño.