La lentitud
Me gusta la moda del Mannequin Challenge: esas paralizadas escenas de grupo -museos de cera de la gente corriente-, donde la vida se toma un respiro. Me gusta ese tímido canto a la lentitud que representan esas escenas, esa leve intención de que las cosas del mundo se tomen su tiempo, de que sean cocinadas a fuego lento. Puede que la moda de estarnos quietos durante unos minutos nos haga entender que debiéramos bajarnos los humos y las revoluciones. A esta sociedad, como a un coche acelerado, se le escucha el ruido asmático del motor. Esta sociedad va siempre con la lengua afuera. Esta sociedad no corre, vuela.
Quizá debiéramos parar la jaca en algún momento, pero vivimos inmersos en la vorágine de la velocidad; cantamos, sin parar, un himno glorioso y explosivo a la rapidez.
Aprovechar el tiempo es la consigna, la orden dictatorial que nos marca el mundo. No podemos prescindir de la rapidez, porque esta sociedad se ha construido sobre sus vertiginosos pilares. Es curioso, pero cuando se habla de capitalismo pocas veces se recuerda que la rapidez y la velocidad están metidas a presión en sus tuétanos. El capitalismo es, ante todo y sobre todo, rapidez y velocidad. Es cierto: podemos imaginar un capitalismo sin consumo de determinados bienes y servicios; podemos imaginar un tipo de capitalismo sin depredación medioambiental; incluso podríamos imaginar un capitalismo sin desequilibrios sociales ni económicos. Pero jamás podríamos imaginar un capitalismo lento, despacioso. Capitalismo y lentitud son dos conceptos antagónicos e irreconciliables.No es el tiempo de la lentitud, ni siquiera con Mannequins Challenges de por medio. ¿Cómo podría serlo si cada vez queremos coches más rápidos, comida más rápida, transportes más rápidos, internet más rápido?
La lentitud casa mal con la sociedad de las nuevas tecnologías, con la velocidad de las comunicaciones mundiales, con la rapidez de la información, con la velocidad de los intercambios comerciales. Ay, siglo XXI, que lo quieres todo y ahora.
La lentitud no está de moda. Testimoniales fueron las ideas de Rusell o de Cioran; o el compromiso vital de Thoreau; o a nivel económico y productivo, las teorías del Club de Roma o las ideas políticas del decrecimiento. Testimoniales -y sólo simpáticas y pequeñas rayas en el agua- son la marca/moda de lo slow: la slow food o incluso la slow TV.
Mientras tanto, la selección española de fútbol se paraliza con su Mannequin Challenge; y grupos de actores también se paralizan; y presos en las cárceles; y niños en los colegios. Sin embargo, muy pronto, la moda del estarnos quietos unos minutos pasará a toda velocidad.
Por cierto, se me olvidaba mencionar el mayor Mannequin Challenge que se está produciendo ahora en España: más de tres millones y medio de españoles están paralizados, estáticos, quietos, parados, haciendo cola en las oficinas de empleo.