Periodismo comarcal
Columna de Salvador Gutiérrez
El periodismo es ese maravilloso cajón de sastre que se obstina en escurrirse a cualquier intento de definición. Nadie sabe, a ciencia cierta, qué es el periodismo y quién es periodista. Además, por estos lares, reina la confusión y se meten en un mismo saco a redactores, locutores, presentadores, reporteros, documentalistas, guionistas, columnistas, entrevistadores, realizadores, maquetadores, diseñadores gráficos o cámaras. Ser un buen locutor no significa, necesariamente, tener que ser un buen redactor, y viceversa, ni ser un gran presentador supone ser un buen guionista, por ejemplo. En todo caso, lo cierto es que la comarca de la Axarquía, encabezada por Vélez-Málaga, ha dado, en los últimos cuarenta años, a excelentes profesionales en todos los campos anteriormente citados. Desde este espacio quiero rendir mi humilde homenaje a todas las personas que se ganan la vida -o se la han ganado- en alguna de las mil caras de ese oficio al que, para entendernos, llamaremos periodismo.
Homenaje merecido, porque son personas que llevan dando mucho y recibiendo más bien poco: porque carecen de prestigio social, trabajan muchas horas, sus sueldos son bajos, están sometidos a arbitrarias líneas editoriales, se ven obligados a bregar con algunos políticos que los miran por encima del hombro; porque es un oficio con una altísima tasa de paro y, porque, en definitiva, son el eslabón más débil en el proceso de la información y la comunicación.
Creo que la sociedad axárquica de los últimos decenios le debe mucho a la labor de los periodistas. Esta sociedad se ha construido y estructurado, en gran medida, gracias al papel jugado por el periodismo.
Sin embargo, después de tantos años, pienso que ha llegado el momento de que el periodismo comarcal deje de ser un simple reflejo y espejo de nuestra sociedad; que empiece a dejar de ser una herramienta de construcción, estructuración y cohesión y que comience, de buena fe, el proceso de un análisis crítico y desmitificador del lugar en el que vivimos. Si el periodismo, hasta el momento, ha servido para conocernos, debiera ahora servir para cuestionarnos.
Por otro lado, reflexionando estos últimos días sobre el papel del periodismo a nivel nacional, en cuanto al destapar determinados asuntos de corrupción (el actualísimo Caso Cifuentes, por ejemplo), deduzco que en el balance del periodismo comarcal hay un debe importante: en tantos años, pese -reitero- a la extraordinaria labor ejercida por los medios de comunicación, ninguno de ellos ha destapado ningún tipo de corruptela, irregularidad o ilegalidad entre nuestros gestores y políticos. O en cuarenta años hemos gozado de los políticos y gobernantes más honrados de España (cosa, que, permítanme, ponga en duda) o el periodismo comarcal -sin medios, sin tiempo, con autocensura y, quizá, con mucho miedo- ha descuidado su faceta de investigación.
Lo que está claro es que a algunos gobernantes de la comarca les ha venido muy bien, en todos estos años, contar con medios de comunicación débiles. Que la Axarquía no haya sido Marbella o que no haya estado en el punto de mira de la Policía, la Fiscalía Anticorrupción y los curtidos periodistas nacionales, les ha venido a algunos que ni pintado.