Riesgos y seguridad

La sociedad del riesgo fue la expresión utilizada por un famoso sociólogo para advertir de un entorno marcado por los nuevos acicates de las sociedades en ámbitos como el social, el económico, el político o el medioambiental.

Entre ellos, los riesgos asociados a la seguridad  han ido evolucionando a medida que lo han hecho fenómenos antiguos y nuevos. Tal es así que la seguridad se convertiría en uno de los elementos centrales de los denominados como Estados de Seguridad, caracterizados por el mayor peso que ésta adquiere dentro de las funciones básicas de los Estados de Bienestar, con una nueva cultura del control. Lo cierto es que nuestra sociedad vive, cada cierto tiempo, oleadas de inseguridad que se ven incrementadas por la fuerza centrífuga de los medios de comunicación y las redes sociales. Estos hechos encuentran un nicho de acción cuanta menos presencia y poder tienen las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, y de ello saben mucho multitud de pueblos y municipios de España, y es que a pesar de la inconmensurable labor de la Guardia Civil sobre todo y por competencias, los famélicos recursos del cuerpo y el insuficiente número de efectivos, añadida la urgencia de un esfuerzo adicional tanto en medios materiales como en formación que obliga a los agentes a acudir a medios privados no oficiales para procurárselos, convierten su función en un imposible en demasiadas ocasiones, un imposible sólo salvado por la extraordinaria diligencia de aquéllos, pues no sorprende que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado se encuentren entre las instituciones mejor valoradas por los ciudadanos en los sucesivos barómetros de opinión. En definitiva, los Estados han sido siempre, en esencia y origen, Estados de Policía, donde la procura de seguridad al individuo y al grupo ha sido una cuestión institucional central. Hoy, ambos se enfrentan a nuevos riesgos que presentan múltiples aristas, y la solución al problema no vendrá de simplificarlo.