Lluvia fina
Las palabras no son inocentes. Hablamos, nos hablan, y vamos lanzando y recogiendo esos sonidos que nuestro cerebro descifra y almacena con más rigor del que muchas veces quisiéramos.
Las palabras no son inocentes. Hablamos, nos hablan, y vamos lanzando y recogiendo esos sonidos que nuestro cerebro descifra y almacena con más rigor del que muchas veces quisiéramos.
Amor y amistad son palabras que usamos casi a diario y en las que pensamos muchísimo más, aunque los conceptos que encierran no sean iguales para todos.
En estas fechas en las que parte del mundo celebra el nacimiento de un niño, no estaría de más reivindicar el lugar que lo mágico tiene en el corazón de la humanidad. Hay adultos que nunca han dejado de escuchar la música de la fantasía, esa partitura que ondea en sus balcones y que les hace recrear sus sueños y escribirlos.
En el acto homenaje que el Ateneo de Madrid tributó a Almudena Grandes el pasado 28 de noviembre, Luis García Montero hizo referencia a la especial ilusión que sentía de poder viajar desde la estación Málaga-María Zambrano, a Madrid Puerta de Atocha-Almudena Grandes.
Esta aparente paradoja sobrevuela Ensayo sobre la ceguera, novela con la que conocí a José Saramago y que me impactó, tanto por la crudeza de lo narrado como por la maestría con la que el autor dejaba ver lo mejor y lo peor de la condición humana: el egoísmo y la maldad, pero también el amor, la solidaridad y la responsabilidad.
Este es el título de una de las novelas de Almudena Grandes. Pero también fue un acto, casi instintivo, para la chiquillería de mi generación.
Tenemos una cita en Granada. Hablo en plural porque seguro que muchos acudiréis. Granada siempre es un buen pretexto para hacer un paréntesis en lo cotidiano. En La Huerta de San Vicente y hasta el 15 de enero nos espera Joaquín Lobato con su admirado y querido García Lorca.
Para pasar de una sala a otra has de hacerlo a través del patio interior, por un improvisado y estrecho pasillo de cañas y matorral.
Hay pueblos pequeños, pueblos blancos, dorados por la luz oblicua de sus moscateles.
El Festival de Teatro Clásico de Mérida, echaba el telón este año con una obra de nuestra paisana María Zambrano, y hacia allá nos fuimos, dispuestos a ver y escuchar lo que ya habíamos leído, y que tantas emociones y reflexiones nos había despertado.
¡Árboles!/ ¿Habéis sido flechas caídas del azul?/ ¿Qué terribles guerreros os lanzaron?/¿Han sido la estrellas?/ Vuestras músicas vienen del alma de los pájaros/ de los ojos de Dios/ de la pasión perfecta./ ¡Árboles! Conocerán vuestras raíces toscas/ mi corazón en tierra?
Federico García Lorca
“Se miente más que se engaña,/ y se gasta más saliva/ de la necesaria”. Estos versos ponía Antonio Machado en boca de Juan de Mairena y, a decir verdad, así es en muchos casos: se miente, pero eso no significa que se engañe.