La lluvia
Uno de los placeres gratis que he disfrutado desde que era pequeño era el de ver llover a través de las ventanas de mi casa.
Uno de los placeres gratis que he disfrutado desde que era pequeño era el de ver llover a través de las ventanas de mi casa.
Una vez leí un cuento en el que un joven discípulo decía a un sabio filósofo: Maestro, un amigo tuyo estuvo hablando mal de ti.
Estamos en las postrimerías de 2022 y se acercan la Nochevieja y el recibimiento del Año Nuevo que son, sin duda, dos de los momentos preferidos por muchos durante la Navidad. Tal vez sea porque nos despedimos de todo lo anterior para recibir a lo nuevo con los brazos bien abiertos, con la esperanza y las expectativas puestas en los 365 días que vienen.
Estamos asistiendo desde hace tiempo a un incremento exponencial de la violencia verbal en muchos de nuestros políticos.
La música es para mí esa dosis diaria de felicidad, la banda sonora del día a día, de los momentos vividos, de la vida. En fin, uno de los motores de mi existencia.
Me encontraba el otro día comprando en un comercio de la zona en la que vivo y, justo delante de mí, había una señora que, con una sonrisa, me cedió el turno porque vio que tenía mi coche muy mal colocado y solo iba a recoger un encargo.
Un vecino mío me dijo hace unos días que estaba esperando a que un e-mail le llegara on line al PC y al smartphone.
En el contexto actual de la política de este país, la ignorancia voluntaria de la realidad es lo que mueve los hilos políticos y no hay búsqueda de la verdad, que casi siempre está cerca aunque un poco escondida, sino que vivimos en una época de interpretación, donde no importan los hechos, sino el efecto que causan las cosas que decimos: unas alas al disimulo, al engaño, a la mentira, a la impostura.
En una ocasión, una compañera de trabajo me recogió en su coche para ir juntos a una reunión. Le sugerí que pusiera algo de música para amenizar el trayecto.
¡Hace calor, hace calor! Así cantaban Los Rodríguez hace unos años. Me viene esta canción a la cabeza debido a las sucesivas olas de calor que estamos padeciendo y que se han convertido en protagonistas indeseables de tertulias, informativos y conversaciones de barra de bar.
Hace tiempo, en un curso de formación, uno de los asistentes era un hombre bien vestido, alto, guapo y con apariencia de ser una persona educada y de buena posición.