Centro-Torre
Columna de Antonio Jiménez
No hablo del municipio, tampoco de la ciudad. Me quiero referir a sus dos núcleos más diferenciados y sus patrimonios esenciales. El Vélez-Centro: histórico, comercial y cultural, y Torre del Mar: marinera y turística.
Con la tarea pionera del Toto (Antonio Toré Toré), la veraniega y plácida Torre del Mar se convirtió en la dinámica y turística que es en la actualidad, adquiriendo así, definitivamente, su esencial fuente energética. Sabida ésta, en adelante le facilitaría conocer las líneas maestras de su gestión institucional: culturizar su costumbrismo y apostar por su desarrollo turístico. Industria que, de aspirar a su desestacionalidad (turismo to l’año), habría de cooperar al fomento del turismo cultural del Centro, en tanto que factor retroalimentador determinante para la zona. Algo que se la escapó a Manolo Rincón, cuando puso todos los huevos en la cesta del separatismo.
Al margen de María Zambrano y Joaquín Lobato (ya bien atendidos), su Semana Santa y las fiestas populares, que por su arraigo no corren peligro, lo del Centro es más complejo.
Aquí no vale solo el ‘pan y circo’. Con Martín Galán, Paco Cazorla o Carmen Jiménez, aunque sea póstumo, hay que hacer algo. A Antonio Segovia Lobillo, nuestro primer intelectual, no le basta con el busto. Paco Hernández y ‘la pintura veleña’, claman al cielo. En fin, el universal tesoro del Cervantes veleño, ahí espera para ser universalizado, al igual que la puesta en valor del ‘flamenco andaluz genuino’, parido por el verdial veleño...
El ‘espectáculo’ acarrea votos, pero necesita de artistas e intelectuales.