Intercambio de nombres

Siempre he sido reacio a que se cambien los nombres a las calles. 

Ya en la Transición, en el diario Sur, escribí en el verano de 1979 el artículo titulado Los nombres de las calles y los ayun­tamientos democráticos (15 de julio de 1979, página 7), en el que defendía que “…puede haber casos en los que cabe la existencia de suficiente justificación..., reduciéndose es­tos a los nombres que el pueblo nunca aceptó, o aquellos a los que devolverles la denominación primitiva supusiera una liberación o descubrimiento cultural…”. Los movimientos pendulares de la Historia hacen que, muchas veces, olvidando que la Historia debe ser asumida, y, a partir de ella, inventar el futuro, ha movido a cambiar con cierta alegría las denominaciones preexistentes. Y ello ha perjudicado el conocimiento del pasado y se han diluido conocimientos que debieran salvarse para el futuro. Buenos ejemplos podrían ser mis insistentes escritos contrarios a que a la calle Coronada se le pusiese oficialmente Calle de Salvador Rueda -uno de mis poetas preferidos de nuestra tierra-; o el caso de la Calle Hospitalico, que se rebautizó hace pocos años como Calle Francisco Jiménez Puertas, etc. El caso de la Calle Coronada, un siglo después de denominarse oficialmente Calle de Salvador Rueda, sigue denominándose por el pueblo con su nombre primitivo -incluso con la variedad de calle de “la Coroná”-, haciendo alusión a la ermita Santa María del Rey, que levantaran los Reyes Católicos y que poseía una Virgen, pintada en un cuadro, en la que se veía a la Madre de Dios “coronada” por la Trinidad. Los veleños que caminaban por esa calle se iban acercando a la ermita de la Coronada (hoy MVVEL). Lo de Salvador Rueda podía haber sido aplicado a otra vía importante de la ciudad…

En el caso de la Calle Hospitalico, su cambio supone que ya nadie en Vélez-Málaga recuerda que allí estuvo el ‘Hospital de las Llagas’ (de los enfermos infecciosos) y la ermita de la Virgen de la Esperanza… El nombre de Francisco Jiménez Puertas bien pudo habérsele puesto a otra calle, que no restara conocimiento histórico, o, incluso de las nuevas calles de la ciudad que van naciendo con el  crecimiento urbanístico.

Todo ello viene a que hoy queremos hacer una propuesta para la consideración general de los veleños y que, a nuestro juicio, sería positiva culturalmente, sin perjudicar a otros ámbitos. La histórica Calle Mendrugo, de la que nada se sabe del porqué de la denominación, fue llamada por el ayuntamiento, Calle de Federico Macías. En la actualidad sabemos que fue la calle en la que nació nuestra ilustre María Zambrano. A Zambrano, en la primavera de 1981, se le puso su nombre a una calle entre Canalejas y el Molino Viejo, cuando se estaba empezando a conocer por nuestros lares la figura de la filósofa veleña.
Hoy, conscientes de que nuestra ciudad es conocida en muchas partes del mundo como ‘la ciudad de María Zambrano’, sería oportuno que la calle en que nació la gran pensadora del siglo XX, llevara su nombre. Y cabría la solución de “intercambiar” los nom­bres oficiales de ‘Calle María Zambrano’ y ‘Ca­lle Federico Ma­cía’.  Administrativamente sería cuestión de una leve decisión política, que no perjudicaría a ve­cinos, y que daría visibilidad a la sensibilidad del ‘Vélez, ciudad de la cultura’.

Es común ver, en los tiempos de hoy, a los repartidores de correos, de Amazon, etc. etc., quebrarse los cascos en sus repartos ante la proximidad de las calle “Federico Macía”, “Federico Téllez Macía”, “José Téllez Macía”… cosa que se vería aliviada si la Calle “Federico Macía” tornara a llamarse Calle María Zambrano.

Y no habría perjuicio ni supresión de nombre de una calle. Simplemente los nombres se intercambiarían, y, con los medios actuales, una simple campaña informativa evitaría molestias vecinales, y todos los veleños seríamos conscientes de que era por un bien cultural y de imagen para la ciudad.

Es difícil que la propuesta tenga el eco que nos gustaría, y sería innovador, valiente y admirable, que se llevase a cabo algún día.

En los años setenta del pasado siglo nadie conocía por estas tierras a María Zambrano, y hoy, afortunadamente, es una emblema de la ciudad y tarjeta de presentación.