Incertidumbre
Columna de Antonio Jiménez
“El secesionismo catalán representa algo insólito en el paisaje de la Unión Europea y en un mundo globalizado”. (Valentí Puig / El País 20 de septiembre).
He aquí la cuestión que todos habríamos de plantearnos: ¿Cómo es posible que en una de las naciones más antiguas del mundo, que hoy es principal en el club europeo de las democracias, continuemos en la incertidumbre -no solo del ¿qué pasará?, sino entre sus mismos partidos políticos que se dicen constitucionalistas- después de que los gobernantes de Cataluña se embarcaran en tan ‘insólita’ aventura independentista? Sobremanera, cuando entre el 6 y 7 pasados, unilateralmente y en sede parlamentaria, perpetraban un doble golpe de Estado (fraudulento referéndum y Ley de Transitoriedad) para partir España. Un golpe que, por sus fines, deja el ‘23-F de Tejero’ como la esperpéntica charlotada de un bufo grupo de patrioteros militarotes de salón.
Suponer en medio del zafarrancho es arriesgado, pero intentémoslo. Ante la peligrosa deriva de los acontecimientos (¡ojo con la calle!) dos salidas visualizo: 1ª. Que el imperio de la ley de la España demócrata prosiga su curso hasta la derrota de la sedición. 2ª. Que, en caso de aflorar la violencia, los más poderosos líderes europeos hagan una declaración conjunta, firme y solemne para mostrar su cerrada solidaridad con España.
O que, ¡ojalá!, para evitar lo peor, el govern ponga fin a la desconexió con España y retire a su gente de las calles. ¿Después?, que cada uno pague el vino que se bebió... y a hacer política.
Todo, menos la división de España o que los sediciosos se vayan de rositas.