Gallinas y libros
Las redes están cacareando una vez más. El corral está revuelto. Ahora le ha tocado a Bimba (antes le tocó al torero). Como en todo gallinero sólo porquería y cacareo de aves de corral. Mundo de cacareo perpetuo. Mundo de gallinas imponiendo su grosero cacarear sobre el de las otras gallinas. Este mundo sólo cacarea y cacarea y cacarea y cacarea.
Pero aún no está todo perdido: gallinas, hay libros. Dejad de cacarear por un momento y poneos a leer. En los libros -pasada por diferentes tamices y bien espulgada-, se deposita una cultura meditada, reflexionada, pausada, tolerante, plural y leída. Lo contrario de lo que ocurre en vuestros corrales.
En vuestros corrales se dice pero no se piensa; se responde, maleducadamente, sin reflexión previa, sin un análisis minucioso de que lo se ha leído ni de lo que se va a responder. En vuestros corrales se dispara a todo bicho viviente, sin una pizca de tolerancia ni de empatía por el pensamiento o por la opinión de los otros y se lucha con odio y con rabia, por el simple placer de machacar a un enemigo que nos hemos inventado a causa de nuestra ignorancia.
Quien lee libros lo hace con la mentalidad abierta de la esponja; lo hace con la intención de tener herramientas para poder seguir pensando por sí mismo. Cuando se leen libros uno se calla por unos momentos: el silencio y la reflexión inundan nuestro universo y se llega a la comprensión de que casi todo encierra un trozo de verdad. Cuando se leen libros no se responde sin ton ni son, ni a tientas ni a locas con la primera ocurrencia que se nos viene al cabezón; nos damos cuenta de que mucha gente opina y piensa de manera diferente a nosotros y que no hay que fusilarlos ni guillotinarlos en la plaza pública. Cuando se leen libros se comprende que el mundo es más amplio y más grande y más variado que nuestra pobre cuenta de facebook.
Pero leer para abrirnos, no para encerrarnos en nuestros propios pensamientos. Leer de todo, leer variado; leer, incluso, lo que no nos gusta, lo que no compartimos; hacerlo desde la incomodidad de lo que no entendemos, fuera de nuestro lugar de confort. De nada sirve leer para reforzar lo que somos ni lo que pensamos, para afianzar nuestras convicciones y posiciones. No, leer para ponernos en duda, para ponernos nosotros mismos contra las cuerdas, entre la espada y la pared.
Por eso, ante el corral, ante el cacareo y ante las gallinas: libros. Más necesarios que nunca. En un mundo de ruido, irreflexivo, de opiniones radicalizadas, de mucho decir y nada pensar, libros.
Libros y gente como Francisco Montoro que, con proezas editoriales como la de los Libros de la Axarquía, se da cuenta de la importancia extrema que, a día de hoy, tiene seguir publicando libros. Libros botiquines para una sociedad que se desangra. Libros salvavidas para una sociedad que se ahoga.
Alguien, una vez, rebajó el listón del famoso dicho y dijo que para algunos la misión en esta vida era tener un hijo, plantar un árbol y LEER un libro…