Tardes patéticas de poética
Atardecía en la calle Poeta Joaquín Lobato, y allá en lo alto, en la terraza de esa casa, sede de la Fundación Eugenio de la Torre, comenzaban a difuminarse las formas para dar paso al esplendor de la luna llena que se alzaba por encima de la torre franciscana y la ermita del cerro, testigos mudos de lo que estaba por comenzar, esa cita con la música y las palabras en la que siempre hay invitados sorpresa.